viernes, 17 de septiembre de 2010

IN MEMORIAM

ERGO SUM

A LOS 52 AÑOS SIGO PENSANDO LO MISMO QUE A LOS 7.


Que las nubes son grandes, los monopolios enormes, los vietnamitas chiquitos e invencibles.
A los 52 años sigo pensando lo mismo que Carlos Marx, con la unica diferencia que le copio un poco, pero lo digo mas bonito.
A los 52 años, me planto en medio de los hombres y les espeto que me engañaron a los 7 años, a los 17 y casi a los 27.
A los 52 años, escribo y no escarmiento y me dedico exclusivamente   a pasear, a leer, a trasladar maletas de un pais a otro, y a conspirar. (Esto lo digo para confundir a la policia).
A los 52 años sigo enamorado de Carmencita,  de Merche, de Carmela, y de la Niña de los Peines.
A los 52 años,  Malaga. Y escribo como un automata, corrijo como un robot, y publico lo que pienso (es un decir).
A los 52 años, ni tengo bicicleta, ni televisor, ni ganas de dormir, ni cuenta vulgar y corriente.
A los 52 años, chufas.
A los 52 años, escucho el agua de los montes, el fuego de los campos y el ruido de las batallas. Y sigo pidiendo la paz y, de momento, me la conceden en parte; y la palabra, y me mutilan  la lengua.
A los 52 años, los caramelos son de mas vivos colores y la bandera, mas desteñida.


Y me dedico fundamentalmente a silbar, a deambular y a pensar que existo puesto que pienso que existo.

                                    Blas de Otero